Siempre se ha considerado que la electricidad de origen hidráulico es una alternativa energética limpia. Aun así, existen determinados efectos ambientales debido a la construcción de centrales hidroeléctricas y su infraestructura.
La
construcción de presas y, por extensión, la formación de embalses,
provocan un impacto ambiental que se extiende desde los límites
superiores del embalse hasta la costa. Este impacto tiene las siguientes
consecuencias, muchas de ellas irreversibles:
Sumerge tierras, alterando el territorio.
Modifica el ciclo de vida de la fauna.
Dificulta la navegación fluvial y el transporte de materiales aguas abajo (nutrientes y sedimentos, como limos y arcillas).
Disminuye el caudal de los ríos, modificando el nivel de las capas freáticas, la composición del agua embalsada y el microclima.
Sumerge tierras, alterando el territorio.
Modifica el ciclo de vida de la fauna.
Dificulta la navegación fluvial y el transporte de materiales aguas abajo (nutrientes y sedimentos, como limos y arcillas).
Disminuye el caudal de los ríos, modificando el nivel de las capas freáticas, la composición del agua embalsada y el microclima.
Los
costes ambientales y sociales pueden ser evitados o reducidos a un
nivel aceptable si se evalúan cuidadosamente y se implantan medidas
correctivas. Por todo esto, es importante que en el momento de construir
una nueva presa se analicen muy bien los posibles impactos ambientales
en frente de la necesidad de crear un nuevo embalse.
Las centrales hidroeléctricas deben tener un plan de contingencia el cual debe contener lo siguiente:
- Evaluación del riesgo.
- Impacto ambiental.
- Medidas de prevención.
- Medidas de compensación.
- Medidas de mitigación
- Plan de manejo ambiental.
- Alcance del proyecto
- Términos de referencia.
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